lunes, 13 de abril de 2009

A propósito de la Semana Santa: El Viacrucis de Sven

En aquel tiempo, después del partido contra Honduras Sven compadeció ante el procurador, Justino Compeán, quien le preguntó:

- ¿Eres tú el entrenador europeo con un gran cartel que iba a revolucionar el futbol mexicano?

Y Sven le contestó:

- Tú lo has dicho

Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes de las televisoras, así que Compeán se dirigió al sueco y le dijo:

- ¿No vas a contestar nada, no ves lo que la gente dice de ti? Dicen que prometiste un juego vertical y no lo lograste; dicen que la Selección no juega a nada bajo tu mando; dicen que no ganas fuera de casa; dicen que eres terco y que te encaprichas con ciertos jugadores; dicen que inventas posiciones y que no conoces el medio; en fin, dicen que no entiendes ni el idioma ni la idiosincracia del futbol mexicano, ¿qué respondes tú a eso?

Sven permaneció callado (al parecer no entendía lo que se le reclamaba), dejando a Compeán muy preocupado pues sabía que su puesto también estaría en peligro de no enderezar el rumbo del Tri. Con ocasión de las eliminatorias al mundial, era costumbre que los federativos mexicanos solieran tener a un director técnico de repuesto por si el entrenador en turno no funcionaba. Tenían entonces a un entrenador famoso recién desempacado de Europa llamado Javier Aguirre. Dijo, pues, Compeán a los medios:

- ¿A quién quieren de entrenador de la Selección: a Sven o a Aguirre?

Entonces la muchedumbre congregada en la Plaza de Toros México comenzó a gritar:

- ¡Aguirre! ¡Aguirre! ¡Queremos a Aguirre!

Los panfletos de la época iniciaron consultas entre la gente para conocer su opinión y la respuesta era idéntica. Las televisoras hicieron telencuestas preguntando si aquel que llamaban “el Vasco” era la solución, encontrando similares resultados. La presión fue tal para Compeán que se volvió al futbol mexicano y preguntó:

- ¿Y qué voy a hacer con Sven, a ese que Faitelson le puso “el Mesías” y que tenemos que indemnizar con una lana?

Y Javier Alarcón, Héctor Huerta, André Marín y demás fariseos del medio deportivo gritaron al unísono:

- ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

Compeán junto con Decio de María, el otro sumo sacerdote, tomó la decisión de crucificar al sueco antes que perder su puesto. Dos días después, para cumplir con la regla del pan y circo mexicano, soltaron a Aguirre y lo nombraron, nuevamente, Director Técnico de la Selección Nacional. La noche en que cesaron a Sven un reportero preguntó a Jorge Vergara:

- ¿No eras tú quien trajo al “Mesías”? ¡Nosotros te vimos con él! ¡Tú eras el que pedía más tiempo para Sven!

Pero Vergara lo negó las tres veces y después calló.

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